En este tercer encuentro de FisioyPlus, cuatro fisioterapeutas abordan uno de los temas más presentes —y a la vez más controvertidos— en la práctica clínica: el uso (y abuso) de las pruebas de imagen en el abordaje de pacientes con dolor musculoesquelético. ¿Qué papel juegan realmente las resonancias, radiografías o ecografías en el diagnóstico y tratamiento? ¿Ayudan a sanar o a enfermar más?
La discusión parte de una cifra impactante: en España se invierten más de 3.500 millones de euros al año en pruebas de imagen, una parte considerable en el ámbito musculoesquelético. Sin embargo, todos los ponentes coinciden: menos del 10% de estas pruebas aportan un valor real en fisioterapia. La mayoría solo refuerzan etiquetas diagnósticas o generan miedo innecesario.
“En el ámbito musculoesquelético, una resonancia rara vez cambia el tratamiento. Y muchas veces, lo entorpece.”
Uno de los focos del debate es cómo estas pruebas generan un exceso de etiquetado («hernia», «protusión», «artrosis») que condiciona negativamente al paciente:
“Una hernia discal puede no doler nunca. Pero cuando se ve en una imagen, se convierte en el centro del problema.”
Los participantes defienden que, en la mayoría de los casos, una buena anamnesis y exploración clínica bastan para orientar el tratamiento sin necesidad de imagen. De hecho, muchas veces las pruebas solo se solicitan por:
“Si se usaran las pruebas complementarias como eso —complemento de una anamnesis profunda—, el sistema sería más eficaz y el paciente estaría mejor atendido.”
La conversación también aborda el impacto psicológico y central de los hallazgos en imagen:
Uno de los fisioterapeutas describe cómo dedica la primera sesión entera a “desactivar” el impacto de las pruebas de imagen en pacientes crónicos.
Aunque críticos, los participantes no rechazan el uso de pruebas de imagen. Identifican criterios claros para solicitarlas:
“Lo que no debemos hacer es usar la imagen como diagnóstico automático de dolor, ni para satisfacer protocolos o cubrir inseguridades clínicas.”
El fisioterapeuta debe asumir un rol activo como intérprete de la imagen:
“La degeneración articular no es una patología, es parte de envejecer. ¿Quién dijo que el tiempo pasa solo para la piel?”
El cierre del debate plantea caminos a futuro:
“No pido que la fisioterapia se base en la evidencia… solo que se base, al menos, en el sentido común.”
Las pruebas de imagen ni son el enemigo ni son la solución. Mal usadas, patologizan, bloquean e intoxican. Bien empleadas, son una herramienta potente para descartar, confirmar o guiar con precisión. La clave está en el criterio del profesional y la educación al paciente.
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